Situaciones de comunicación

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Si estás en el liceo, es casi seguro que ya has revisado alguna vez el esquema de la comunicación de Jakobson (emisor, receptor, mensaje, canal, etc.). La pregunta va: ¿te acuerdas todavía de sus aplicaciones prácticas? Ojalá que sí, pero es muy probable (seamos sinceros) que estés un poco olvidado de la materia.

Pues bien, intentemos remediar eso dándole una nueva y fresca mirada a este asunto de la comunicación y de las situaciones de comunicación.

Nuestra idea central es que adquieras conocimientos sobre los participantes en la comunicación, cómo se relacionan y el contexto en que están, y que éstos te sirvan para tener una mejor expresión oral. Veremos también algunos conceptos asociados, como la diferencia entre formal-informal y culto-no culto.

Información más o menos parecida, aunque con una orientación diferente la encontrarás en el tema "¿Corresponde o no corresponde decir...?", en este Manual, que se refiere derechamente a lo que te recomendamos usar en diversos contextos y lo que no te recomendamos usar.

Terminaremos este tema con una descripción de algunas de las principales situaciones de comunicación que tú podrás encontrar en lo cotidiano.

Ahora, vamos al gránulo.


1. La comunicación y el esquema de la comunicación

Roman Jakobson, Lingüista ruso.

En 1948 el lingüista ruso Roman Jakobson desarrolló un esquema que pretendía explicar los componentes de la comunicación humana. Aunque él no fue el primero en preocuparse de este tema, pasó a la posteridad dentro del mundo de la lingüística por desarrollar un esquema de la comunicación que hasta los días de hoy se estudia en las escuelas y universidades.

Jakobson tomó como base un esquema que había desarrollado años antes Karl Bühler, en 1918, donde se proponía que la comunicación se componía de 3 elementos fundamentales: El emisor, el receptor y el mensaje.

a) El emisor es aquella persona o entidad que transmite o envía un mensaje o señal a otro actor (componente) de la comunicación, el receptor. Por ejemplo, el emisor de este texto soy yo (¿qué mirai?), y estoy enviando este mensaje al receptor, en este caso tú.

El emisor de este texto.

b) El receptor, es aquella persona o cosa recibe el mensaje que ha elaborado previamente el emisor, y lo interpreta. Por ejemplo, tú al recibir este texto.

c) El mensaje es la información que el emisor ha elaborado de alguna forma para enviárselo al receptor, el mensaje puede ser un conjunto de ideas, sentimientos, acontecimientos expresados, en fin, cualquier cosa que el emisor haya querido expresar para comunicársela al receptor.

El lector de este texto.

Podríamos ejemplificar estos tres elementos que propone Bühler con la siguiente escena: el emisor sería una señora que le grita a su hija que apague la música; el grito: "¡Bájale a esa música del demonio!" sería el mensaje; y la enojada hija sería el receptor del mensaje.

Para Jakobson los 3 elementos que propuso Bühler siguen siendo fundamentales en su esquema de la comunicación, pero agrega otros 3 elementos que lo completan. Obsérvalos en el siguiente organizador gráfico (tremendo nombre para tan poca cosa, digo yo):

Escena de la gritona.

Como puedes ver, Jakobson, agregó al esquema de Bühler tres elementos: el código, el contexto y el canal. Pero, ¿qué son cada uno de ellos?, pues veamos:

d) El código no es otra cosa que el conjunto de elementos que el emisor configura para entregar su mensaje, por lo tanto, es lo que el receptor decodifica para poder comprender el mensaje. Por ejemplo el código es determinado idioma que comparten el emisor y el receptor.

Como te imaginarás, es importante (y necesario) para que la comunicación sea exitosa que el emisor y el receptor manejen el mismo código, pues así el receptor puede decodificar el mensaje de su emisor.

Veamos otro ejemplo.

El castellano como lengua es un sistema de signos. Estos signos están integrados a su vez por distintos sonidos, que representamos en la escritura a través de letras (para más información ver el tema "Fonética y Fonología" de este Manual): la palabra "rosa" es la codificación de 4 sonidos distintos, /r – o – s – a/, que juntos significan flor de muchos pétalos. Pero si los mismos sonidos los codificamos de otra forma ya no significaran lo mismo, por ejemplo, "sarro", /s – a – r – o/, que es un residuo, o "zorra", /s – o – r – a/, que es un animal.

e) El contexto o el referente es todo el conjunto de factores y circunstancias que acontecen en el entorno donde está ocurriendo el hecho comunicativo, factores y circunstancias que suceden cuando se produce el mensaje y que pueden compartir el emisor con el receptor.

Contexto.

f) El canal, por último, es el soporte material mediante el cual circula el mensaje desde el emisor hacia el receptor. Por ejemplo el hilo telefónico en una conversación por teléfono de dos amigas, o el aire en la conversación cara a cara.

Completemos entonces el ejemplo que teníamos al inicio con solo los otros tres componentes. Dijimos que la madre que grita es el emisor, la hija es el receptor y el mensaje es el grito. Pues bien, el contexto sería el año, el país, la familia, la casa y todo el ruido alrededor del proceso comunicativo, que pueden propiciar o entorpecer la comunicación. Probablemente por la música que hay en el ambiente se hizo más difícil comunicarse, por eso la madre tuvo que gritar, y también es probable que la hija no escuchara bien la orden de su madre. El código sería el conjunto de sonidos que formaron las palabras del grito que al fin y al cabo son una lengua que los interlocutores comparten, el español de Chile. El canal en este caso fue el espacio, el aire, por el cual viajaron las ondas sonoras de la voz de la madre hacia su hija (¿Ves? Esta cuestión sirve harto. Por fin entiendes por qué tu mamá te reta tanto).


2. Aplicaciones de los elementos del esquema de la comunicación

Aplicación de elementos del esquema.

Nuestras comunicaciones diarias están siempre afectadas por distintas cuestiones que tienen mucho que ver con el esquema que estamos revisando. Por ejemplo, las características de los interlocutores, el lugar donde ocurre la conversación, la calidad de los hablantes, las distancias (véase "Movimientos y distancias al hablar", en este Manual), etc. Elementos como estos, que forman parte de las características particulares de los elementos del esquema de la comunicación, van a ir determinando nuestro mensaje, e incluso adaptándolo en ocasiones para que sea más efectivo.

Revisemos ahora cómo funcionan para nosotros los elementos del esquema de la comunicación de Jakobson, en algunos de sus aspectos más prácticos (situaciones de comunicación), y pensando siempre en la expresión oral.

Comencemos por hacer la diferencia entre la parejita emisor y receptor (entidades más bien abstractas) versus los guapos hablante y oyente (entidades más bien concretas).

Como dijimos en nuestra definición, el emisor es aquel que transmite o emite el mensaje. Todo bien por el momento, pero vaya una pregunta: ¿Quién es el emisor cuando escuchamos por radio la canción "Pilo, pilo, pilotonic, pilo, pilo, pilotonic, pilo, pilo, pilotonic, el shampoo"? (tiempo para que pienses... más tiempo...). Ciertamente no es la radio. Ni tampoco son las personas que cantaron el jingle, a menos que sinceramente tengan una intención de que tú compres el champú ese. El emisor es aquella persona (aquella mente) que desea comunicar su mensaje, probablemente el dueño del producto, o el vendedor.

El hablante puede ser el grupo de personas que cantó el jingle, o el locutor de radio que, luego del jingle, dice "compre esta cosa maravillosa y se librará de su cabeza casposa" (broma), ya que es él quien enuncia las palabras publicitarias, aunque no sea él el emisor (vayan mis respetos a "Pilotonic". ¿Se acuerdan de la canción? Si no, aquí un video).

El receptor, por su parte, será la persona en quien esa mente que emite el mensaje (el emisor) está pensando para que le llegue, y no necesariamente todos los que escuchen el mensaje.

Todos los que escuchen el mensaje (pelados, guaguas, japoneses, selenitas, etc.) son oyentes, pero no necesariamente receptores. Ahora bien, si justo el oyente oye el aviso publicitario y lo procesa en su cabeza y siquiera piensa si comprar o no el shampoo, puede ser también el receptor.

Resumamos. El emisor es aquella persona o grupo de personas que en su mente desea transmitir un mensaje y lo transmite de alguna forma. El hablante, por su parte, será quien enuncie este mensaje. El hablante puede coincidir o no con el emisor. El receptor es aquella persona o grupo de personas a quienes está destinado el mensaje. Quienes lo reciban (quiéranlo o no, lo procesen o no) serán los oyentes.

Emisor, hablante, oyente, receptor.

Cada uno de los elementos del esquema de la comunicación depende de los demás. Esta dependencia es muy estrecha, y es difícil describir todos los casos.

La forma que se dé al mensaje, por ejemplo, dependerá tanto del contexto como del emisor, receptor, hablante, oyente, canal y código. Si un emisor no quiere que el hablante sepa qué le quiere decir a su receptor, puede utilizar un código especial que sólo comprendan el emisor y el receptor, como hacer referencia a alguna anécdota o palabra que sólo para ellos haga sentido.

El mensaje también está determinado por otros factores como su novedad e informatividad (si contiene información nueva). Si es un texto literario deberá ser original en un 100% para ser un buen texto literario, sin embargo, si es un chiste, no debe ser tan original, pues es la repetición de un formato establecido de discurso. Las cartas formales, a su vez, casi nunca tienen mucha creatividad en sus formas pues generalmente usan frases cliché como "Se despide atentamente...", "A través de la presente...", etc.

Volvamos ahora al hablante y al oyente (suponiendo que estos conceptos que hacen referencia a personas concretas coinciden con el emisor y receptor).

Los interlocutores en una conversación estarán siempre eligiendo distintas formas de comunicarse según las características que tengan el hablante y el oyente. Por ejemplo, si un jefe se dirige a un empleado no usará las mismas palabras que usaría el empleado para interpelar a su jefe. O si alguien está diciendo un discurso frente a muchas personas no escogerá las mismas palabras que si le está pidiendo el desayuno a su esposo. Este fenómeno en el cual el uso del lenguaje se acomoda a la situación comunicativa (contexto) es lo que podemos llamar adecuación.

Es muy importante el asunto de la adecuación. Como hablantes nativos de un idioma determinado (en este caso el castellano) podemos adecuar automáticamente nuestro uso del idioma dependiendo de la situación de comunicación concreta que estemos enfrentando. Las variables que nos hacen ajustarnos son muchísimas. Acá veremos sólo las más importantes (para un desarrollo teórico y práctico más acabado del tema, sírvanse a revisar el tema "¿Corresponde o no corresponde decir...?", de este Manual). Las revisaremos intentando pasar por los elementos del esquema de la comunicación.

a) Características del emisor, hablante, receptor y oyente

Edad: si un joven o una joven se dirige a un adulto mayor difícilmente usará el tuteo para interpelarlo, sino que usará el "usted". Tampoco usará palabras que el nonagenario no entienda (¿no te ha pasado nunca con tu abuelo o abuela?). Si ambos interlocutores, en cambio, son adolescentes, es muy probable que compartan un vocabulario y uso del idioma con muchas más cosas en común que con sus abuelos y abuelas.

Variable edad.

Sexo y género: este criterio tal vez ya no es tan distintivo para la juventud de ahora como lo era para los hablantes de español de mayor edad. Es muy común que las personas de la tercera edad que tienen amigos del sexo opuesto no se tuteen aun cuando son amigos desde hace años, sino que se traten de usted. Esto se puede oír incluso en los integrantes de matrimonios adultos (¡Sí! ¡Yo lo he escuchado!).

Aun cuando hoy hay menos reglas de cortesía y "Manuales de Carreño", todavía se tiene el cuidado de no decir tantas groserías ante las mujeres, y de utilizar una forma del idioma que creemos más correcta, sobre todo si esto se revuelve con intenciones amorosas. Mira este video, en el que se ilustra lo anterior.

Estatus: todas las personas estamos inmersas en jerarquías sociales y culturales, en casi todos los ámbitos de la vida. En las familias hay jerarquías, en los trabajos hay jerarquías, en los deportes hay jerarquías, en los grupos de amigos, etcétera. Por lo tanto, no será lo mismo hablar con alguien de de tu mismo estatus que alguien de menor estatus o de mayor estatus, pues es probable que cambien incluso nuestra postura corporal según cada situación. Si tienes algún cantante favorito, imagina qué le dirías si te encontraras con el en la calle. ¿Le hablarías de la misma forma que a cualquier perico? Probablemente no, pues él tiene un estatus superior al tuyo (o al menos eso crees). Lo mismo ocurre si le pudieras hablar al último ganador del premio Nobel o al presidente. Piensa, por último, en cómo le hablas a las personas que te piden dinero en las calles. Definitivamente te preocupa mucho menos qué piensan de ti y de cómo utilizas el idioma, aunque sean igual de valiosos que todos nosotros por el hecho de ser personas.

Número: el mensaje también se ve afectado dependiendo de si te diriges a una sola persona o si estás interactuando con varias. Puede suceder, por ejemplo, que te sientas más cómodo o cómoda en una determinada situación estando solo que acompañado, por ejemplo, cuando estás contando algo íntimo a un amigo o amiga tuya. Por el contrario, te puedes sentir mucho más cómodo o cómoda en determinadas ocasiones en que estás con varias personas y no con una sola, por ejemplo, cuando no quieres estar a solas con alguien a quien le gustas o que te gusta o que te da miedo o que te cae mal, etc.

b) Contexto

Además de las características de los emisores y receptores, debemos considerar el contexto como una de las variables más importantes en el momento en que adecuamos o no nuestro discurso.

Variable número.

El contexto, ya lo dijimos, se refiere a los factores y circunstancias que acontecen en el entorno donde ocurre en la relación entre el emisor y receptor. Y hay circunstancias y circunstancias.

Es fácil imaginar situaciones donde la variable más relevante para saber cómo construir el mensaje sea el contexto.

Imagina, por ejemplo, que deseas contarle la última copucha del año a un amigo o a una amiga. Si estás con el o con ella durante una predicación en un templo, donde se supone que no conversarás con las demás personas, lo harás, probablemente, en voz muy baja, con un mensaje lo más breve posible. Si estás solo o sola con tu amigo o amiga, en cambio, andando en bicicleta por ahí, podrás decírselo con volumen muy fuerte, y puedes tomar todo el tiempo que quieras. Tu mensaje puede ser muy largo. Incluso puede que tu vocabulario sea distinto al que adoptarías si estuvieras en un templo. Mira el siguiente video para que veas el loco que puedes hacer si no te adaptas a la situación de comunicación en que estás.

A diversos contextos corresponden diversos mensajes, y si esta relación no se respeta, hay una sanción social para el infractor (uno puede pasar por loco o por mal educado, o qué sé yo).

Es normal que en un estadio, por ejemplo, haya griteríos y mensajes groseros. En un confesionario, por el contrario, lo más probable es que encontremos confesiones, y no griteríos.

Todos estos contextos son socialmente definidos, de alguna manera acordados y todos parecen estar más o menos de acuerdo en seguir legitimándolos, ya que la calle no está llena de gente gritando ni el estadio repleto de gente en silencio confesándose sus pecados.

Hay contextos, por otra parte, que traen pauteado todo un ritual de qué es lo que se "debe" decir. Por ejemplo, los matrimonios, funerales, discursos públicos de inicio de clases, discursos políticos, los saludos (mira este video, para que veas el pauteamiento), etc. Estas formas discursivas convencionales suelen repetirse sin variantes, aunque a veces la costumbre provoca distraimiento. Por el contrario, encontramos contextos muy amplios, como el contexto familiar, donde podemos encontrar una gama muy amplia de tipos de discursos (aunque difícilmente una ceremonia matrimonial, un discurso de inicio de clases o un servicio fúnebre).

Otra variable que conviene revisar a propósito del contexto es la formalidad (que se opone a la informalidad).

El concepto de formalidad hace referencia en este caso a determinado tipo de contextos que demandan el uso de un registro (versión) cuidado, académico, formal del idioma. Se refiere a aquel castellano que se debe utilizar, por ejemplo, en una entrevista de trabajo. Esta norma supone un vocabulario, sintaxis y pronunciación específicos. Generalmente, usamos el registro (versión) formal de nuestro idioma en situaciones exigentes como las disertaciones, o al hablar ante un profesor o con nuestro jefe, si es que no hay confianza entre los interlocutores (para los conceptos de registro, formal, informal y otros afines [de mes], revisa el tema "¿Corresponde o no corresponde decir...?").

La variable que nos hace decidir qué registro utilizar es, fundamentalmente, la confianza que tengamos con nuestro interlocutor y el contexto, aunque también hay situaciones que son, por definición, formales, como la defensa de una tesis de postgrado, por más confianza que se tenga con el auditorio.

Si hay una relación jerárquica o asimétrica entre los participantes de la situación de comunicación dada, se usará un registro formal si el emisor tiene una relación de subordinación para con el receptor. Si la relación es simétrica, en cambio, se tenderá a hacer uso de un registro informal de habla, aunque nuevamente debemos decir que depende también del contexto. Mira el video 1 y el video 2, en el que se ilustran algunas relaciones posibles de interlocutores.

Por último, para terminar con lo del contexto, señalaremos cómo se ajustan a lo que hemos dicho los conceptos de discurso público y discurso privado, que se revisan en el 4º año de la Enseñanza Media, en Chile.

Antes de definirlos, diremos que estos conceptos no están del todo claros en la literatura crítica, y mucho menos en los libros de asignatura o en los Planes y Programas del MINEDUC, de manera que los definiremos aquí de una forma que permita operar con ellos nada más.

Con discurso público entendemos aquella enunciación que se desarrolla en conformidad con situaciones de enunciación donde el mensaje tiene por destinatario un número relativamente grande de personas, y que normalmente exige el uso del registro culto-formal de la lengua, aunque no siempre (discursos, disertaciones, predicaciones, libros, etc.).

Con discuros privado, por el contrario, se entiende aquella enunciación que se desarrolla en conformidad con situaciones de enunciación donde el mensaje tiene por destinatario un número más reducido de personas, y que normalmente es menos exigente respecto del uso de uno u otro registro de la lengua (conversaciones entre amigos, retos, cartas personales, etc.).

c) Canal y código

En las situaciones de comunicación el canal y el código también se adaptan a lo que se requiera de parte del emisor.

Comencemos por el canal.

Ya lo habíamos definido más arriba como el "soporte material mediante el cual circula el mensaje desde el emisor hacia el receptor". Entre los ejemplos ilustrativos para canal tenemos la línea telefónica para la comunicación por teléfono, el aire en la comunicación cara a cara, el papel en la situación de comunicación escrita, etc.

Dependiendo del tipo de mensaje que queramos transmitir, del contexto, el receptor y del código elegido, debemos escoger el canal adecuado. En general, no solemos equivocarnos mucho en este punto, pero sí hay algunos detalles que se nos pueden escapar de vez en cuando.

Para dirigirnos formalmente a alguien, solemos utilizar la forma escrita del idioma castellano. Para hablar con alguien que está a gran distancia utilizamos el teléfono o internet (pero hay "excepciones", como la de este video).

El asunto del código, a propósito de las situaciones de comunicación más concretas, es un tanto más complejo.

Habíamos definido el código como el "conjunto de elementos que el emisor configura para entregar su mensaje", por ejemplo, el idioma castellano que utilizamos en este texto. También, sin embargo, el concepto de código considera qué versión (registro) del idioma será utilizada (formal, informal, científica, coloquial, familiar, técnica, etc.).

Para no confundir esto que veremos ahora con lo que vimos a propósito del contexto es importante señalar que el contexto condiciona el código que utilizaremos en las diferentes situaciones de comunicación. A determinado contexto corresponde un código determinado.

Un hablante con un nivel de conocimiento suficiente de su idioma, puede utilizar una mayor variedad de versiones de la misma. A este tipo de hablante se le llama en lingüística culto, y se opone (adivinen) al hablante no culto.

Fácilmente podemos hacer una analogía para que se comprenda mejor el asunto de lo culto y lo no culto, y las implicancias que puede tener ser de uno o del otro lado del espectro.

Imagina dos jugadores de ajedrez. Lo primero que diremos de ellos, aunque sea de perogrullo, es que ambos saben jugar ajedrez, y que pertenecen a un afamado club de jugadores. Uno de ellos ("A") sólo conoce las reglas básicas del juego, nada más se "defiende". Juega sólo por jugar, y no está muy consciente de lo que hace en el tablero. Es uno de estos jugadores que tratan sólo de comerse las piezas del otro, sin mediar una estrategia en su juego (sólo comunicación). No logra retener con claridad qué es lo que está haciendo su oponente cuando juega, ni puede anticipar los movimientos de su rival. En el club de ajedrez, él es un novato.

Jugador A y B.

El otro jugador ("B") conoce mucho mejor el juego. Sabe claramente qué pieza hace qué cosas y qué le permite esto visto desde una cierta distancia. Conoce también estrategias muy variadas para obtener ventajas en su juego. No juega por jugar, sino que se lo toma un poco más en serio (aunque no por eso no disfruta el juego). Está muy consciente de lo que hace en todo momento, y piensa a corto, mediano y largo plazo. También se fija con mucha atención en lo que hace su oponente y se anticipa a sus ideas. En el club de ajedrez, es un jugador experto.

A con el novato.

En determinado momento, un novato amigo de ambos quiere jugar ajedrez, y se encuentra con estos dos jugadores. Ambos le pueden hacer pasar un muy buen rato. El primero ("A"), jugando un ajedrez champurreado, igual que el del novato, riéndose probablemente de sí mismos y simplemente jugando. El segundo ("B"), en cambio, decide jugar de manera de no apabullar a su amigo, sino que busca entretenerlo, y quizás mostrarle una que otra cosa que el otro no sabía, a través de su juego experto. Al final, "B" gana cómodamente la partida. En el caso del primer jugador, "A", puede que gane o puede que pierda.

B con el novato.

Al día siguiente aparece en escena Vladimir Kramnik (un ruso caperuso para el ajedrez, mundialmente reconocido), y desea jugar ajedrez con dos jugadores expertos, para divertirse nada más. Por algún error, se programa que juegue con "A" y luego con "B", a pesar de que "A" es novato. Vladimir no conoce a ninguno de los dos, y no vino a Chile con la intención de hacer amigos.

Juega primero con "B". Este jugador no estará nunca a la altura de Vladimir Kramnik, pero le ofrece un buen juego. Conoce lo suficiente el ajedrez como para no ser apabullado por la eminencia, y logra un honrosísimo empate, que lo deja muy contento. A pesar del empate, Vladimir sabe muy bien que es superior a "B". También reconoce claramente, y sin dudar, el nivel de "B", y sabe del conocimiento de "B" del ajedrez de una manera que le permite estar tranquilo en la mayoría de los contextos en que tenga que jugarlo, ya sea con personas profesionales como él, o ante cualquier persona.

Vladimir Kramnik con B.

Luego le toca el turno al jugador "A". Vladimir rápidamente se da cuenta del nivel de juego de este jugador, y sin ninguna consideración, le da la zurra y listo, a pesar de que "A", al darse cuenta con quién estaba jugando, intenta usar (ahora) algunas técnicas que cree recordar. Vladimir sabe que "A" no tiene un juego siquiera suficiente como para hacerle perder su tiempo, y se ríe un poco del ridículo intento de "A" de usar estrategias aquí y allá, sin ningún orden o sentido. El jugador "A", en su ignorancia, no se da cuenta del papelón que ha hecho, y se siente satisfecho con su desempeño. Vladimir, por último, sabe muy bien que "A" sólo puede jugar en círculos novatos, y que con su nivel de juego no tienen la más mínima oportunidad de acceder a circuitos de nivel superior.

Que historia más triste... jajaja. En fin. Pobre "A".

Vladimir Kramnik con A.

Es evidente, me parece, a quién representa cada uno de nuestros personajes. El personaje "A" es un hablante no culto. Y el personaje "B" es un hablante culto. Se diferencian en que, ante cualquier situación comunicativa los "conocimientos del juego" en el caso de "B" le permiten desenvolverse con tranquilidad y dominio, aún en las más exigentes. El personaje "A" sólo puede desenvolverse con relativa tranquilidad en un contexto poco exigente (con el novato), como en contextos informales o coloquiales, pero no cuando se requiere formalidad.

Incluso, sucede que "A" queda en ridículo cuando, sin manejarse bien, intenta ocupar el "código" que se le exige en una situación difícil, y que maneja "B", ya que sus tentativas de parecer culto se caen por su propio peso, y "B" se daría cuenta de inmediato, igual que Vladimir.

Como habíamos visto, el contexto condiciona el código que utilizaremos. Si el contexto es formal, debemos usar una versión del idioma (registro, código) adecuado, para no ser "sancionados" socialmente. La importancia de poder desenvolverse con soltura en contextos exigentes trae la enorme ventaja de abrirnos puertas hacia lugares a los que no se tiene acceso fácilmente si no se manejan los códigos.

¿Conoces el dicho "a donde fueres, haz lo que vieres"? Se aplica bien en este caso.

Adecuación al contexto.

Es natural que nos adaptemos a las diversas situaciones comunicativas de manera automática (al hablar con un niño, por ejemplo, usamos un lenguaje sencillo). Lo mismo debe extenderse a las demás situaciones. En contextos formales, si quieres ser considerado un igual, debes usar un registro formal del idioma, pues así estarás jugando las reglas del juego. Y sólo podrás utilizarlo si lo conoces, y para conocerlo, debes tener acceso a él y adquirirlo, a través de la lectura y escritura. Lo que estamos diciendo puede sonar discriminatorio, y la verdad es que lo es en cierta medida, pero porque nosotros mismos lo permitimos, en nuestro inconsciente interés (dicho de manera simple) por mantener una cierta unidad en el idioma, y así, en definitiva, poder comprendernos mejor.

Un hablante culto del idioma es aquel que se ajusta a ciertas reglas de una determinada versión del idioma, aquella versión conocida como "castellano estándar" (la que nos enseñan los profesores de castellano). Para lograr este ajuste, cuidan su pronunciación e intentan ordenar bien las ideas usando las reglas gramaticales. Conocen gran cantidad de vocabulario sobre temas particulares y también de relativa complejidad conceptual. El hablante culto conoce versiones formales e informales del idioma que habla, y sabe adecuarse a la situación en que corresponde usar cada uno (como el personaje "B" en el ajedrez).

El hablante no culto, pues todo lo contrario. No conoce las reglas que rigen a la versión del idioma conocida como "castellano estándar". Tampoco puede cambiar con facilidad de versiones del idioma de acuerdo con la situación, y si lo hace, suele cometer errores que las personas con más conocimientos detectan fácilmente.

Las combinaciones que podemos encontrar entre las variables culto-no culto y formal-informal, en versiones del idioma (dependientes del contexto y situación) son cuatro. Es importante señalar antes de revisarlas, que tanto los hablantes cultos como los no cultos saben que hay contextos formales e informales en que se usa el idioma, e intentan adaptarse, con mayor o menor éxito, dependiendo del conocimiento del idioma que se tenga. Veamos las combinaciones que dan lugar a registros (más información sobre esto en el tema "¿Corresponde o no corresponde decir...?" de este Manual):

Culto-formal (ver video): esta versión del idioma es la que se usa en las entrevistas de trabajo, en cartas formales, informes escritos, en los noticieros, en los discursos políticos, etcétera. El hablante que usa y maneja este registro es calificado muy bien socialmente, pues este registro tiene un valor social alto pues es adquirido (se aprende) en la educación familiar y escolar, y da cuenta de una "cultura" amplia. Los hablantes usan vocabulario variado al hablar, ordenan sus ideas de acuerdo con reglas gramaticales y no son redundantes al expresarse, usando palabras de alta complejidad y conceptos abstractos. Son capaces de crear oraciones complejas, y siempre controlan su lenguaje según lo dicten las normas. Suelen tener un conocimiento consciente de la lengua.

Culto-informal (ver video): esta versión culta del idioma se usa en la interacción personal coloquial (informal) de las personas cultas (en el sentido de personas caperusas para el idioma). Se usa en aquellas situaciones comunicativas como conversaciones televisivas, programas de entretención, cartas personales, para comprar en una tienda de ropa, etc. Adquirirla depende de la experiencia social del individuo. Es menos valorada que la norma culta-formal, pero aún así tiene cierto prestigio. Los hablantes usan vocabulario preciso; no es tan frecuente usar conceptos complejos y abstractos. Se usan dichos y frases populares. Hay variaciones de las palabras (diminutivos, acortar palabras, etc.). Tampoco se usan oraciones muy largas, y no hay tanto cuidado con las normas gramaticales. En términos generales, podemos decir que es una forma culta pero relajada, sin la presión de la formalidad.

No culto-formal (ver video): en este registro no hay manejo de la normativa que rige a la versión culta del idioma. Sí hay una consciencia de la diferencia entre formal e informal. El hablante sabe que debe adaptarse a un contexto exigente, pero no conoce las normas, y consecuentemente hay construcciones no adecuadas. Generalmente lo usan personas sin educación formal, por lo tanto, que no tienen acceso a la norma culta. Su vocabulario es escaso, se usan palabras concretas y muchas jergas. No cuenta con una buena valoración social. Hay un esfuerzo por adaptarse a la versión culta del idioma, y se intenta por ello corregir el habla. Se utiliza en contextos formales, como entrevistas de trabajo, disertaciones, etc., pero sin lograr usar el registro culto.

No culto-informal (ver video): está versión está centrada en la interacción social. Tampoco estos hablantes han tenido educación formal y no tiene acceso al uso culto del lenguaje. No tienen conocimiento de las reglas que rigen los registros cultos, ni cuenta con vocabulario variado. Además, presenta alteraciones en el sonido de las palabras. No es capaz de construir oraciones sin redundancias, ni usa palabras complejas. Con frecuencia usa más gestos que palabras, y la gran mayoría de las palabras son jergales. No es valorado socialmente e incluso pueden sufrir discriminación.

Para cerrar este asunto de culto-no culto, formal-informal, es de suma importancia volver a señalar que el uso de una determinada versión del idioma no hace a alguien mejor o peor persona, y no debe ser motivo de vergüenza o burla para nadie. Sencillamente hay ciertas versiones que nos permiten acceder a ciertos contextos con naturalidad, y por ello debemos manejarlas lo mejor que podamos. Todas las versiones, sin embargo, sirven para que nos comuniquemos, y son igualmente adecuadas para transmitir nuestras ideas y pensamientos.


3. Situaciones de comunicación concretas

Para terminar este tema, revisaremos algunas de las situaciones de comunicación concretas más comunes por las que pasamos en el día a día. Las describiremos en cuanto a las características que adoptan las variables del esquema de la comunicación (interlocutores, contexto, canal y código), y a cómo suele ser el mensaje resultante, modulado por estas variables. Seremos más bien breves, pues puede resultar tedioso extenderse innecesariamente.

La idea principal al mostrarte estas situaciones de comunicación ideales es que sepas de mejor manera cómo adecuar tu uso del idioma, sabiendo, por ejemplo, qué relación guardas con tu interlocutor (de subordinación, de igualdad o superioridad jerárquica), o en qué contextos se puede hacer qué.

Vamos con las situaciones.

Peluseando con tus amigos y amigas

Los emisores y receptores, hablantes y oyentes de la conversación que puedas tener con tus amigos serán, muy probablemente, tú y tus amigos. Es posible que te dirijas a un oyente y que no sea tu receptor, por ejemplo si tú, que eres "A" quieres tirarle una indirecta a "B" (que usa un jockey para atrás), y le dices a "C", <<...mira oye tú, "C", me cargan los tipos que usan el jockey pa'l otro lao.>>.

Peluseando con amigos y amigas.

Lo más normal es que haya una cierta similitud en la edad. No necesariamente serán todos hombres o mujeres, pero no es tan relevante si son una o la otra cosa (o algo en el medio) en el caso de amigos y amigas. También es poco importante si son pocos o muchos, ya que hay confianza con los amigos, de manera que la situación es bastante relajada. El contexto es informal, incluso es coloquial, es decir, sin demasiadas presiones del tipo normativo. Ahora bien, claramente dependerá de tus amigos (quizás tengas alguno que se fije en esas cosas e intente corregir de vez en cuando).

Tu mensaje puede ser de lo más variado, de manera que no tiene sentido hablar del mensaje en esta situación de comunicación.

El código que uses para comunicarte con tus amigos será, lo más probablemente, un código sencillo, carente de complicaciones pero sí muy cargado de frases que usen sólo ustedes o que estén de moda de vez en cuando. El léxico también será sencillo, sin rebusques. A veces puede ser extremadamente simple, sobre todo cuando se usan 2 ó 3 palabras para decirlo todo (como "huevón", ¿no?).

Con la familia (en casa)

La situación de comunicación con la familia, en la casa, es diferente de la que tenemos con los amigos. Dependerá, claro, de cada familia.

Aunque sea muy variable, podemos señalar algunas cosas que probablemente se encuentren presentes en todo hablar familiar, en las conversaciones de sobremesa o de paseos o qué sé yo.

Respecto al emisor y receptor, dependerá de la relación con tus padres, por ejemplo, qué jerarquía habrá en cuanto a la comunicación. Si tus padres son relativamente distantes y autoritarios, es probable que te dirijas a ellos usando un registro culto informal. Es decir, sin groserías, sin frases de lolo, pero tampoco como disertando. Es normal también, que a la madre se le hable más "respetuosamente" que al padre, con menos palabras fuertes, aunque esto es muy variable también.

Por el contrario, es probable que tus padres sean muy cercanos a ti, y en ese caso te comunicarás con ellos buscando que te comprendan, es decir, de manera familiar y coloquial, pero sin el recargo de modismos que usas con tus amigos.

Con la familia.

Con tus hermanos también dependerá de la relación que tengas con ellos. Si eres cercano a todos, pues ya te imaginas, usarás un registro coloquial, familiar, sin inhibiciones. Si eres lejano, probablemente tratarás con más cuidado a tus hermanos mayores (sobre todo si la diferencia de edad es grande). Ahora, esto sólo si los respetas. Si tu relación con ellos es conflictiva probablemente los tratarás como a cualquier persona.

Probablemente te dirigirás a tus hermanos menores con menos cuidado, de una manera más relajada.

La situación de comunicación normalmente es informal, es decir, no hay una gran presión social por cómo hables. En ocasiones, sin embargo, los padres o los tutores se preocupan de cómo te expresas oralmente, y a veces te pueden corregir (¿Cómo que "luca"? ¡Mil pesos!).

Nuevamente tu mensaje puede ser muy variado. Tu código dependerá de tu formación. Si tienes un código culto, lo mantendrás así en contextos formales e informales.

Una recomendación para esta situación de comunicación es que te adaptes respetuosamente al estilo que a tus familiares les acomoda más. Es mejor comunicarse en su código que no estar comunicado.

Viendo en vivo un partido o en un recital

¿Con quién hablas cuando vas a un partido de fútbol o a un recital? Gran parte del diálogo lo haces solo, dirigiéndote al árbitro o a los jugadores, por ejemplo, o a los artistas en el caso de ir a un recital. Claramente no esperas que te contesten.

Tu receptor, por tanto, no recibe tu mensaje (a menos que en estadio grites realmente fuerte), y tus oyentes serán quienes están alrededor tuyo y te escuchen. Normalmente, no reaccionan ante tus emisiones lingüísticas, aunque hay excepciones.

En el estadio.

Tu mensaje puede ser harto variado también, aunque ya sabemos que en el estadio se gritan mensajes más bien críticos que alabatorios. En el recital puede ser al revés. Los mensajes, sin embargo, suelen ser breves y muy sencillos.

El contexto es sumamente informal. De alguna forma, hay un permiso colectivo para desahogarse, de manera que casi todo está permitido en cuanto a lo que quieras proferir. También puedes descuidar tu pronunciación, y no modular si quieres.

En el caso de que vayas con amigos, la cosa funciona como se describió más arriba, lo único que más gritado, pues hay más ruido ambiental, y probablemente con muchas menos inhibiciones o preocupación de qué dirán los que están alrededor tuyo.

En una declaración de amor (¡Huy!) antes de pololear

¡Ahhhh! ¡Qué situación de comunicación tan especial! Jejje.

De partida, refirámonos antes a algunos aspectos extralingüísticos. Lo primero, es probable que estés colorado (o colorada). Lo segundo, es probable que estés bien cerca de la otra persona, pero muy nervioso o nerviosa. Lo tercero, es muy probable que tengas algo en las manos y que lo estés moviendo de aquí para allá.

La cosa cambia dependiendo de si eres tú o la otra persona la que se declara.

En el primer caso, eres vulnerable. Por lo mismo, cuidarás muy bien lo que digas, pues todo significa. Si eres hombre, más todavía, pues para los hombres las palabras suelen tener significados más denotativos (no simbólicos), y querrás ser muy claro, ya que las palabras de ella te confunden completamente. Si eres mujer y te estás declarando, es más probable que seas indirecta, que uses eufemismos para hablar o que solamente insinúes cosas creyendo que tu colega te está siguiendo.

El estatus dependerá, entonces, de quién se declara. El declarante está en una situación subordinada al declarando, ya que el 2º es quien decidirá sobre el 1º (dura la realidad, sí, bien dura).

¡Declarándose!

Respecto al mensaje podemos decir que el contenido será probablemente muy parecido en todos los casos. Se puede resumir como sigue: "Te conozco hace rato. Me has gustado. Me gustas todavía. No temas decirme que no si no quieres. Pololeemos.". La forma de tu mensaje, en cambio, puede tener muchas envolturas. Puede ser largo o breve, tierno o abrutado, cursi o concreto, etc.

Dependiendo de la relación previa que tengas con la persona a quien te declaras o quien se te está declarando la situación será formal o informal. Si ya hay confianza, no importa si el resultado será iniciar una relación o no, se usará un registro informal. Si no hay confianza se usará un registro más formal.

A manera de recomendación general: ¡Sé tú mismo y juégatela! ¡Da lo mismo si hablas bien o mal, compadre y comadre! Si hay amor, echarle para adelante no más. ¡Qué lindo el amor!

En la primera comida con los papás de tu pololo o polola

Esta sí que es una situación de comunicación complicada. Es una de las situaciones de comunicación más tensas que existen, y donde puedes estar más nervioso.

Lo primero a señalar respecto de los emisores (suponiendo que son los papás de tu pololo o polola), es que están en una posición jerárquicamente superior a ti. Tú estás subordinado a ellos en esta situación de comunicación, de manera que deberás usar un código formal para dirigirte a ellos. Es muy difícil, en el caso de que no los conozcas desde antes, que puedas en la 1ª comida hablarles de manera informal. En ocasiones sucede que los papás del susodicho o susodicha son buena onda y te dicen de inmediato "¡Pero no me trates de Usted!" y todo maravilloso y espectacular y se relajó la cosa. Pero si no sucede esto, deberás mantener un registro formal.

Con los suegros y suegras por 1ª vez.

Si ellos tienen un registro culto y tú tienes un registro no culto, lo mejor es que hables poco. Lo ideal es que tú tengas un registro culto (y para eso hay que leer, estudiar), para poder adaptarte a cómo sean ellos, sin parecer mejor ni peor.

Sería muy bueno que antes de conocerlos te informes con tu pololo o polola respecto de cómo son. Lo más probable es que tu pololo o polola te recomiende bien cómo debes comportarte.

Respecto a tu mensaje, en la 1ª reunión se recomienda ser de pocas palabras, aunque no excesivamente tímido o tímida. Atinado y atinada, sin hacer más de 2 chistecitos por hora. Si te preguntan algo, responde con naturalidad.

Otra cosa: sé sincero (o sincera) y franco (o franca) con ellos, pues te van a sacar el rollo altiro.

Ante el chofer de micro

¡Ah! ¡Vaya qué situación de comunicación!

Antes de largarme a hablar, quiero señalar que no tengo una particular animadversión por los respetables choferes de micro (los quiero mucho), pero de que son espaciales (perdón, especiales), son especiales. Lo que señalaremos a continuación se aplica mayormente a los conductores varones.

En esta situación de comunicación sin lugar a dudas estás en una posición de subordinación al chofer (estoy pensando en los jóvenes estudiantes fundamentalmente). Si eres hombre, estás más perdido que si eres mujer. A pesar de que puedes estar en superioridad numérica (si no te subes solo a la micro), quedas muy por debajo del chofer desde el punto de vista de poder.

Con el chofer de micro.

Rara vez se dicen palabras que no sean las que están normadas: "¿me lleva por 100?", "¿pasa por...?", "gracias", "estudiante". Por lo mismo, tu mensaje no será muy variado. Ahora bien, si eres conocido del chofer y eres de aquellos que se sientan en el trono delantero, cambia la cosa, y la relación de jerarquía dependerá de tu relación con el chofer (si es tu amigo, papá, pololo, etc.).

En el caso de que tengas que interactuar mayormente con el chofer, lo más probable es que sea por algún desacuerdo entre ustedes. El código que uses se regirá según la variable miedo al chofer. Si le tienes miedo, usarás un registro formal y defensivo, si no le tienes miedo, usarás un registro informal y ofensivo.

Tu código dependerá de cuál manejes siempre (culto o no culto), aunque en general las palabras y expresiones que sacamos a la luz en estas situaciones son de un nivel bajo. No importa para nada la corrección en la expresión, sino dejar clara la posición de uno, hacerse entender.

De salida en un pub o una disco

De salida en un pub.

Podemos acotar esta situación de comunicación como una mezcla entre la situación de comunicación con los amigos y la situación de comunicación de la visita al estadio o a un recital.

Si estás en confianza, con amigos, usarás un registro informal. Si sales con gente más bien desconocida, te adaptarás al registro que ellos usen.

En el pub mismo o disco te adaptarás también al registro que crees que use la mayoría. Si el lugar es para intelectuales y pensadores, es probable que tengas que usar un registro culto informal. Si el lugar es popular, basta con un registro informal, coloquial o familiar.

En una disertación ante tus compañeros de curso

En esta situación de comunicación solemos cometer algunos errores.

Es probable que en una disertación en el liceo te estén evaluando algunas cosas, quiero decir tu profesor. Esto hace que nosotros olvidemos a quién nos debemos dirigir realmente, y hacemos que nuestro receptor sea el profesor, y nuestros oyentes los estudiantes. Disertamos para el profesor y no para los compañeros.

Esto se puede solucionar recordando que el destinatario de la disertación, aunque te la evalúe el profesor, es para tus compañeros. En este sentido, deberás intentar usar un registro culto formal de la lengua sin llegar a ser latoso o parecer siútico.

Disertando.

A menos que tengas un dominio escénico espectacular, es probable que cuando estés disertando te encuentres en una situación de jerarquía subordinada. Esta es una de las razones de por qué usas -o intentas usar- un registro culto y formal. Ahora bien, ojo con lo siguiente: en la educación institucionalizada (formal) se nos exige usar el registro culto formal de la lengua, pero estoy seguro de que nuestros compañeros apreciarían más que usáramos un registro culto informal o coloquial. Eso les resultaría más cercano, y les llamaría la atención por transgresor.

Es importante señalar, sin embargo, que es relevante aprender a usar el registro culto formal de la lengua pues posibilita desenvolverse luego, en la vida diaria, en muchos más contextos, sin ser tildado de "vulgar" u otros calificativos peores (muy discriminadores, por lo demás).

Evidentemente, te encuentras en desventaja numérica, ya que tus compañeros son varios y tú uno solo. Esto refuerza el sentimiento de tensión, y te hace intentar adecuar tu registro al contexto.

Tu mensaje será el tema de tu disertación y todo lo que tengas por decir. Éste se deberá adaptar, sin embargo, al tiempo del que dispongas, y debe ser de un nivel que pueda ser comprendido por tus interlocutores (receptores).

En inspectoría

En inspectoría mostramos lo mejor de nosotros mismos. Sí, es verdad.

Ya sea que te sientas culpable por lo que hiciste (¡Confiesa!) o si crees que no mereces estar allí, estarás en una posición de subordinación respecto del inspector. La situación, a menos que tengas mucha confianza con él, exige el uso de un registro culto y formal. No conviene para nada usar un registro informal o coloquial, pues la situación es tensa.

En inspectoría.

Tu receptor es el inspector. Tu mensaje dependerá de lo que se te pida. Si te das cuenta de que debe ser breve, pues tendrá que ser breve, pero si debes explayarte, lo tendrás que hacer. De cualquier manera, deberás usar el registro culto-formal, pues así demuestras respeto y que reconoces la relación jerárquicamente inferior que tienes respecto del inspector.

Puede que manifiestes signos de nerviosismo, como sudoración excesiva o un temblor en la voz o en las manos. Esto puede dificultar tus enunciados.

Ahora bien, si fuiste a buscar un plumón a la inspectoría y nada más, olvida todo lo dicho y simplemente usa el registro que se acomode a la relación que tengas con el inspector en tiempos de paz.

En un servicio religioso, funeral, bautizo o matrimonio

Normalmente, los contextos asociados a ceremonias religiosas son altamente formales, al menos las que mencionamos en el título de esta situación de comunicación (no tanto los bautizos y matrimonios, por ser festivos). Si resulta que no compartes las creencias de los que allí se congregan, por respeto deberás mantener silencio, en general. Sólo una comunicación a bajo volumen es aceptable.

En las ceremonias religiosas, por estar pauteadas desde antes, no hay un verdadero diálogo entre tú y el oficiante de la ceremonia. Se trata más bien de un monólogo del oficiante, donde el destinatario eres tú (ojo: diálogo es distinto de situación de comunicación).

En un servicio religioso.

Algunas liturgias religiosas sí tienen más características de diálogo, aunque en distintos niveles. Por ejemplo, en una eucaristía católica la feligresía responde diversas frases al sacerdote en la medida que va avanzando la ceremonia. Este diálogo, sin embargo, está previamente acordado (incluso hay libros que puedes conseguir que lo traen totalmente detallado), ya que es un rito (se repite invariablemente).

En otras ceremonias religiosas, como en algunos sermones de los sacerdotes católicos o pastores protestantes, los feligreses pueden ir afirmando lo que el predicador dice, por ejemplo, diciendo "amén". Esta situación de comunicación no tiene la misma forma de diálogo que conocemos normalmente, ya que sólo se va reforzando lo que dice el predicador, pero sí es una situación de comunicación, pues están todos sus elementos.

Lo más probable es que en toda la ceremonia no te puedas dirigir a quien está hablando. Ahora, más difícil todavía si tu receptor es quien se casa o si es el muerto de ocasión.

Preguntando una dirección (o sea, ante gente desconocida)

Para los varones que lean este texto, puede resultar distante esta situación de comunicación, ya que no suelen preguntar direcciones (esto del orgullo del macho dominante, jajaja).

De todas formas, es probable que más de una vez todos nosotros hayamos tenido que preguntar por una dirección, por una calle, la hora o algo así.

La gracia de esta situación de comunicación (y de por qué la incluimos aquí) es que nos toca preguntarle algo a una persona totalmente desconocida. Para esto hay que saber hacerlo, pues no podemos tratar como a nuestros mejores amigos a cualquiera que pasa por la calle.

Preguntando a un desconocido.

Bien. Tu receptor será, entonces, la persona a quien le preguntarás el dato que te falta. Dependerá de la edad que ella tenga, su sexo y género, su número y estatus el cómo te dirigirás a su persona en tu comunicación: si es mayor que tú, te conviene usar un registro culto formal, tratar de usted. Si la persona es de tu misma edad o menor que tú, se te recomienda usar un registro coloquial pero no demasiado íntimo. En general, se aplican las demás pautas para las situaciones de comunicación, es decir, adáptate a tu interlocutor.

Normalmente, el mensaje será muy breve y asertivo (al grano), y no intercambiarán más de un par de palabras, aunque siempre hay excepciones en la vida.

También dependerá del contexto donde te encuentres cómo deberá variar tu registro. Si es en un templo que debes preguntar la hora se requiere más formalidad que si la preguntas en el pub o en el estadio.

Ante extranjeros

Cada vez es menos extraño ver a personas de origen extranjero en nuestro país. Es una alegría poder constatar que nuestro país se está abriendo a las demás culturas, y que no nos estamos encerrando en una burbujita en medio de un mundo hiperconectado. En fin.

En ocasiones nos toca interactuar con ellos, generalmente cuando ellos tienen algún tipo de pregunta o necesitan ayuda. También puede suceder que tú conozcas alguno o que alguno te venga a ver o que en tu colegio haya algún extranjero (estoy pensando en extranjeros que no hablen castellano de manera fluida, por si acaso).

El emisor y receptor están claros aquí: tú y el extranjero, o viceversa.

El contexto de la situación de comunicación te exige usar un registro culto formal del idioma, por varias razones.

Ante extranjeros.

La primera razón es que las relaciones con extranjeros se dan en un marco de respeto, ya que las culturas, por ser diferentes, suelen tener discordancias respecto de lo que se siente como amable o no amable. Entonces, para prevenir problemas, mejor ser formal.

La segunda razón de por qué debemos usar este registro es que muy probablemente el extranjero aprendió algo de castellano antes de venir a Chile, y el castellano que le enseñan en instituciones formales o en libros y manuales es el castellano culto y formal. Si no usas ese registro con él, es más difícil que te comprenda.

Además de formal, deberás cuidar tu pronunciación, ordenar bien tus ideas en el discurso y usar oraciones breves, y con palabras sencillas. Se puede usar un registro culto-formal sin llegar a ser complicado.

En el extranjero

También es más frecuente ya que podamos salir al extranjero. Sobre todo a países limítrofes como Argentina.

Es seguro que ya sabes que hay varios países además de Chile donde se habla castellano. Si te has dado cuenta, hay algunas diferencias en la pronunciación e incluso en algunas formas de ordenar las oraciones o en el significado de las palabras. Sin embargo, ¿por qué puedes comprender libros escritos por escritores que hablan castellano y que son de lugares como Argentina o Venezuela? La razón: hay un castellano (el culto y formal) que es común a todos los lugares donde se habla castellano.

Si te quieres hacer entender en otra parte, deberás:

En el extranjero.

En esta situación de enunciación se aplican los criterios de las demás para asuntos de contexto, por ejemplo, si es mayor o menor que tú la persona a quien te diriges, o si es hombre o mujer, si son varios o uno solo, etc.

Ahora, si el lugar donde estás no es un lugar donde se hable castellano, y tú hablas el idioma extranjero, deberás seguir usando un registro culto-formal (estándar) que es el que se aprende en los cursos de idiomas extranjeros usualmente. Si no sabes el idioma extranjero, tendrás que sobrevivir como puedas. En este último caso, es más importante aún que seas respetuoso y formal, en la medida de lo posible.

Es muy importante que siempre seas formal y respetuoso, pues puedes ofender al extranjero de maneras que ni siquiera te imaginas, ya que las culturas varían mucho de lugar en lugar.




Referencias bibliográficas

  • ÁVILA, Raúl. 1977 (2000), La lengua y los hablantes. México, Editorial Trillas.
  • CALSAMIGLIA, Helena; TUSÓN, Amparo. 1999, Las cosas del decir. España, Editorial Ariel Lingüística.
  • RABANALES, Ambrosio. 1992, Historia y presente del español de América (Separata). Junta de Castilla y León Pabecal.

Referencias virtuales

  • Wikipedia, Roman Jakobson: http://es.wikipedia.org/wiki/Roman_Jakobson
  • Elementos del proceso de comunicación: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/d5/Elementos_proceso_comunicaci%C3%B3n.jpg
  • En Educarchile, Normas lingüísticas: http://www.educarchile.cl/ntg/mediateca/1605/9

Referencias de imágenes

  • Roman Jakobson, lingüista ruso (Jakobson2.gif). Tomado de "http://hum.uchicago.edu/". Nombre en este Manual "jakobson.jpg".
  • Karl Bühler, alemán, gestor del modelo de la comunicación (BuehlerKarl.jpg). Tomado de "http://www.univie.ac.at/". Nombre en este Manual "buhler.jpg".
  • Elementos del proceso de la comunicación (Elementos_proceso_comunicación.jpg). Tomado de "http://es.wikipedia.org/". Nombre de imagen en correo "comunicacion.jpg".