El chileno y la lengua castellana

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¿Cómo es que, a pesar de las notorias diferencias que hay entre nuestra forma de hablar y la de los españoles, argentinos o dominicanos nos entendemos bien si nos esforzamos? ¿Por qué podemos saber qué dicen las letras de las canciones de Mecano (ojo, no Mekano), Cerati o Juan Luis Guerra si provienen de lugares del mundo na' que ver con Chile? ¿Cómo es que durante toda nuestra infancia pudimos entender esos dibujos animados con doblaje en castellano de España o aún hoy podemos ver y disfrutar de La botica de la abuela? (mira este video) ¿De dónde surge el idioma castellano? ¿Qué diferencia al "chileno" de las demás formas de hablar el castellano...?

Preguntas sin respuesta, dirá algún flojo. ¡No! Tiene respuesta todo este asunto. Y la verdad, dicho sea de paso, es que la respuesta es más o menos lo que todos pensamos al respecto: hay algo en común en todas esas formas del castellano que permite la mutua comprensión (inteligibilidad es el concepto técnico). Ahora bien, ¿qué es exactamente lo que permite esa unidad en la diversidad?

Y para qué negar lo innegable. Sabemos que nuestro castellano (el chileno) tiene algunas cosas que son propias y particulares de él, y no de los demás dialectos que conforman la gran familia del castellano o español, ¿pero qué es eso que nos hace particulares?

En este tema, "El chileno y la lengua castellana", intentaremos responder de la mejor manera posible a todas estas interrogantes, que a veces no podemos entender por nunca haber tomado una distancia sobre el asunto.

Niño juicioso.

Como digo, no es raro que ante fenómenos culturales como el lenguaje, por estar tan cerca de nosotros y por formar casi un todo con nuestra mente e intelecto, nos pase que no tenemos ideas del todo claras. Naturalmente, esto ocurre también con el chileno. Sabemos decir muy bien qué caracteriza a los bolivianos, venezolanos, mexicanos y colombianos respecto de su forma de hablar el castellano, pero no nos resulta tan trivial hacer lo mismo con nuestro dialecto.

Permítaseme alargarme un segundo más, antes de entrar de lleno en el tema, y recordar una anécdota que, en su inocencia de niño de 4º básico, ocurriera a un compañero de curso mío (cuyo nombre no diré que es Francisco), al señalar que "nosotros los chilenos somos los únicos que hablamos bien el castellano, ya que los argentinos hablan con chéeee, los españoles con vos, etc.". Que conste (y que quede registro): tenía unos 10 años el muchacho, todavía no distinguía el bien del mal.

¡Qué no te vaya a pasar algo así a ti, estimado y estimada! Mejor lee lo que viene a continuación.


1. Algunos conceptos previos

Para comprender las razones que nos permiten entendernos mutuamente entre tantas naciones diferentes donde se habla el castellano debemos presentar a ti (lector) varios conceptos teóricos, y aclarar otros que requieren precisión (una discusión parecida a la que haremos aquí de algunos conceptos se puede encontrar también en el tema "¿Corresponde o no corresponde decir...?", en este mismo Manual).

Para ir entusiasmando a mi público, vayan estas preguntas: ¿Qué es el castellano o español? ¿Es un lenguaje, lengua, dialecto o idioma?

Chuatas, a la rápida podría decirse que todas estas palabras son sinónimos, y que el castellano es, al mismo tiempo, todas y cada una de ellas (menos dialecto, quizás, dirá alguno, por sonar a poca cosa).

Ordenemos los conceptos, de manera bien resumida, comenzando con lenguaje.

El concepto de lenguaje hace referencia, básicamente, a la facultad que poseemos todos los miembros de la actual especie Homo sapiens, facultad que nos permite adquirir y usar de manera creativa un sistema de signos.

El lenguaje como facultad.

¿Primera conclusión? El castellano no puede ser un lenguaje, ya que el castellano no es una facultad propia del Homo sapiens.

El segundo concepto, lengua, hace referencia a un sistema organizado de signos que es útil para la interacción comunicativa dentro de una sociedad. ¿Segunda conclusión? Ahora dila tú... Sí pues... Sí, el castellano cumple los requisitos mencionados, por lo tanto, diremos que es una lengua.

Continuemos. Vamos con el concepto de dialecto. Habitualmente, se entiende por dialecto un idioma menor (que conste: no hemos definido "idioma" todavía), poco desarrollado, o sin prestigio. Por ejemplo, no es raro escuchar hablar de los idiomas nativos de Chile como "meros dialectos". Y la verdad es que el concepto de dialecto es bastante amplio, y se refiere nada más y nada menos que a cualquier variante de una determinada lengua hablada por un grupo dado de personas, y dotada de ciertas características que la hacen particular, distinta de otras variantes. Y características hay de distintos tipos y muchas (aspectos léxicos, la sintaxis, velocidad al hablar, acento, modismos, etc.).

Normalmente, los dialectos de una lengua son mutuamente inteligibles, es decir, los hablantes de los distintos dialectos de una lengua pueden comprenderse entre sí, aunque no necesariamente siempre es así.

Inteligibilidad de dialectos.

¿El castellano es un dialecto? ¿Sí? ¿No? Vaya la respuesta ahora: no. El castellano, en tanto que es una lengua, un todo, no es un dialecto, pero sí posee múltiples dialectos: el chileno, el argentino, el peruano; el murciano, el leonés, el extremeño; el rural, el urbano (en cualquier país); el dialecto de nuestros abuelos en oposición al nuestro, etc.

¿Y qué hay del idioma? ¿El castellano es un idioma? Claramente sí, y fíjense que lo decimos así tan sueltamente sin definir todavía lo que es idioma (patudos no más). Definamos: con el concepto de idioma hacemos referencia a una cierta unidad político-cultural, más que lingüística, y a una identidad histórica. Una lengua, por ejemplo, el castellano, es claramente un idioma en la medida que hay un grupo de personas que la considera lengua oficial para todos los asuntos relativos a la legislación o al estado. El kawésqar, en cambio (lengua vernácula del sur de Chile), es claramente una lengua, pero dudaríamos en llamarlo "idioma", al menos si lo comparamos con el castellano, ya que hoy no parece estar acompañado de un andamiaje histórico y cultural como lo tiene nuestra lengua (aunque claro que tiene historia y cultura).

Para terminar con estas definiciones, debemos señalar que, lamentablemente, no siempre es claro el límite entre las categorías de lengua, dialecto e idioma. Por ejemplo, si se da el caso de que sabemos que hay dos dialectos de una misma lengua, pero no hay mutua inteligibilidad. ¿Son dos lenguas en realidad? ¿Cuál será el idioma? Sí y no, y depende. Depende de nuestro análisis, de ciertos criterios relativamente móviles o de la altura desde donde nos planteemos la definición de los conceptos. También hay criterios políticos e históricos metidos en medio de todo esto. En fin.


2. Concepto de Idioma Estándar

En el apartado anterior definimos el concepto de idioma como un sistema abstracto de signos lingüísticos (una lengua), pero con un bagaje histórico-cultural, es decir, un sistema culturalmente delimitado, y con una dimensión política. Como tal, representa a un grupo humano concreto con una historia concreta y una cultura concreta.

El castellano de Chile, por ejemplo, es parte de un idioma en tanto existe una especificación histórica y cultural. El castellano es el idioma oficial de Chile. Violeta Parra cantó en castellano, y nosotros podemos sentirnos identificados con su idioma, a pesar de que usaba el dialecto de los cantores del campo chileno. Podemos decir lo mismo del idioma que usó Pablo Neruda: nos sentimos identificados con él, pues es nuestro, es el que hablamos.

Violeta Parra y Pablo Neruda.

Ahora bien, no sé si un argentino común y silvestre, sin un mayor conocimiento del castellano de Chile, comprendería de la misma manera que nosotros los versos de Violeta Parra, pero seguro que sí lo hará de una manera muy parecida con los de Pablo Neruda. ¿Cuál es la diferencia?

Si pensamos un segundo el asunto, notaremos que en los dos autores que mencionábamos se está usando una variedad diferente del castellano (al menos en algunas de sus obras). Mientras Violeta Parra usa un castellano a la manera del campo chileno (popular), Neruda usa aquel propio de la literatura y de los intelectuales (culto-formal).

¿Has leído algún libro que te haya gustado harto? A muchos de nosotros nos ha gustado el libro Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. O también (bueno, ya, lo nombraré) El Señor de los anillos de J. R. Tolkien. ¿Te sentiste identificado con el libro? Y lo que es más importante para la discusión: ¿Te sentiste particularmente orgulloso del castellano que hay allí? Si te sucedió, probablemente ese orgullo ocurrió sólo con el castellano de Cien años de soledad (ojo, esto del "orgullo" vale más bien para los lectores habituales, que hilan un poco más fino en sus lecturas o que tienen la costumbre de leer).

Muchas personas de toda Hispanoamérica, España y otros lugares del mundo (millones y millones) se sienten plenamente identificados y orgullosos de leer y cultivar el castellano. Hay una sensación de identificación y orgullo compartida por las personas de los países donde se habla esta lengua respecto del Quijote, de Miguel de Cervantes, por ejemplo, o de toda la tradición literaria en prosa y poesía del Siglo de oro (siglos XVI y XVII en España).

Don Quijote y don Sancho.

La misma identificación que hay en Chile con el castellano usado por Violeta Parra en sus canciones, la tenemos en los lugares donde se habla y lee el castellano respecto de otros autores, como Miguel de Cervantes o Gabriel García Márquez.

Esta identificación es posible porque hay una identidad que supera los límites geográficos de los países respecto del castellano, hay una delimitación cultural e histórica para un cierto grupo de personas que hablan una lengua en particular, lo que constituye una especie de idioma para el conjunto total, un idioma estándar (la teoría del idioma estándar, hasta donde sabemos, ha sido difundida en Chile a través de los trabajos del académico Andrés Gallardo, sobre todo a partir de su artículo "Hacia una teoría del idioma estándar", publicado en 1978 en la Revista de Lingüística Teórica Aplicada Nº16, de la Universidad de Concepción; y en el que nos basaremos en lo sucesivo para trabajar este concepto).

Como te has de imaginar, el castellano no es el único idioma estándar que existe. En realidad, hay una gran cantidad de ellos. Basta con que una determinada lengua cumpla con ciertas propiedades, tenga ciertas funciones y genere determinadas actitudes para que pueda alcanzar el estatus de idioma estándar. Por ejemplo, existe un inglés estándar de Estados Unidos, un inglés estándar de Inglaterra, un alemán estándar, un francés estándar, un árabe estándar, etc. (para más información sobre el idioma estándar revisa el tema "¿Corresponde o no corresponde decir...?", de este Manual).

Tener o no tener (escritura), esa es la pregunta.

Algunas de las características clave que comparten los idiomas estándares pueden resumirse en los siguientes rasgos (que sistematizaremos más abajo): son utilizadas por una comunidad relativamente amplia; son lenguas que poseen escritura relativamente difundida; poseen un cultivo explícito, es decir, hay gente que la estudia formalmente (lingüistas, gramáticos), tienen diccionarios y gramáticas; y hay una fuerte sensación de identificación y de pertenencia al idioma.

Una definición de idioma estándar señala que éste "es la forma codificada de un idioma, que sirve de modelo a una comunidad relativamente grande", es decir, el idioma estándar no es simplemente una lengua usada en una comunidad relativamente grande, sino aquel objeto con un marco histórico y cultural, explícitamente analizado y descrito (codificado) y considerado modelo por un grupo importante de personas.

Sistematizaremos ahora los elementos que hacen del castellano un idioma estándar.

2.1. Propiedades

a) Intelectualización: esta propiedad del idioma estándar es intrínseca al sistema lingüístico, es decir, se encuentra en el sistema de la lengua. Se refiere a que el idioma estándar se adapta para lograr construir enunciados precisos y rigurosos, que puedan expresar toda la enorme variedad de cosas que se quieran decir o crear.

En el castellano esto se hace evidente, por ejemplo, en la cantidad de palabras que son específicas para una determinada ocupación o que hacen referencias a matices muy sutiles de las cosas. Ejemplo de lo primero es que en lingüística tienen significados muy precisos palabras que en otros contextos pueden ser sinónimos (lenguaje, lengua, idioma, dialecto); ejemplo de lo segundo: ¿cuál es la diferencia real entre "contestar" y "responder"? Es bien sutil, pero existe.

Esta propiedad permite, entre otras cosas, el desarrollo científico y técnico en castellano. También contribuye a la creación literaria, en la que cada palabra se escoge con pinzas (a propósito, mira este video).

b) Estabilidad flexible: esta propiedad del idioma estándar (y del castellano, en consecuencia) también es propia del sistema, intrínseca al sistema lingüístico.

Se refiere a la "capacidad intrínseca que tienen las lenguas de cambiar y al mismo tiempo seguir siendo ellas mismas", es decir, que son lenguas de una cierta plasticidad y adaptatividad, y que a pesar de los cambios mantienen su identidad.

¿Ha dejado de ser "castellano" el castellano por adoptar léxico del inglés para el campo de la electrónica y computación (hardware, software, mouse, driver, etc.)? Claro que no. Sigue siendo castellano, pues posee flexibilidad, pero sigue siendo una misma cosa.

Arraigo.

c) Arraigo: esta propiedad del idioma estándar es cultural, es decir, se desprende de la cultura que hace uso del idioma estándar, pero no es una propiedad de la comunidad hablante, sino del idioma estándar. Consiste en que el idioma estándar "está ligado a la historia de la comunidad hablante como sociedad culturalmente identificable". Es decir, el idioma es considerado parte constituyente de la tradición de su sociedad, en cuanto sociedad identificable.

El castellano, por ejemplo, está estrechamente ligado al Siglo de Oro que mencionábamos más arriba, o al Quijote de Miguel de Cervantes, y a la tradición cultural que lo acompaña.

Señalábamos que la propiedad de arraigo no pertenece a la comunidad de hablantes pues sólo así se explica que un idioma pueda considerarse legítimamente arraigado en distintas comunidades de hablantes (como sucede con el portugués, que tiene arraigo en Brasil y en Portugal, o el inglés, que tiene arraigo en Estados Unidos e Inglaterra).

d) Urbanización: esta propiedad cultural señala que la comunidad que hace uso del idioma ha desarrollado "grados de erudición lingüística" que lo hacen más disponible, a todos los miembros de la comunidad, por ejemplo, a través de la enseñanza formal del castellano en nuestros colegios, escuelas y liceos; a través de los diccionarios y gramáticas, etc., que están (o deberían estar) disponibles para todos.

2.2. Funciones

Diccionario Panhispánico de Dudas.

a) Marco de referencia: esta función del idioma estándar depende de las propiedades estructurales (intelectualización y estabilidad flexible), revisadas más arriba.

Esta función se refiere a que el idioma estándar funciona como el eje de referencia para la corrección gramatical. Dicho en otras palabras, el idioma estándar es la norma y convención sobre la cual se decide qué está bien dicho y qué está mal (para más información sobre esto, revisa el tema ¿Corresponde o no corresponde decir...?, en este Manual).

¿Según qué registro (versión) del castellano decimos que algo está correcto o incorrecto? Normalmente, consideramos legítimo como modelo el castellano usado por los profesores o el que podemos leer en los textos de estudio del liceo.

Una prueba muy clara de que esta función opera en el castellano es que existen manuales de ortografía, pronunciación, gramáticas normativas, etc.

b) Unificadora y separadora: esta función depende de las propiedades culturales del idioma estándar. Se refiere a que, por una parte, el idioma estándar favorece a la unidad de los hablantes en cuanto grupo reconocible, y que, por otra, contribuye a diferenciar a la comunidad que usa el idioma estándar de otras comunidades de hablantes.

Unificadora y separadora.

Esto se manifiesta en el castellano, por ejemplo, en puntos de vista positivos que exaltan la literatura hispanoamericana en castellano en su conjunto, o que ven la cultura hispanohablante como una fuerza cultural viva; y también en que hay una defensa de la lengua y de la comunidad hablante ante amenazas destructivas, como el ingreso de léxico extranjero a la lengua (mira este video).

c) Prestigio y Participación: esta función también depende de las propiedades culturales del idioma estándar. Con prestigio se hace referencia a la percepción del idioma como una "institución respetable cuyo conocimiento hace del hablante un miembro más apreciable dentro de la comunidad" (ver video llamado "prestigio y participación").

Esto es más difícil de observar en el castellano cotidiano, ya que ocurre normalmente dentro de comunidades donde se habla más de un idioma. Dentro de la carrera de Pedagogía en Español, sin embargo, se nota cómo opera esta función del idioma estándar: el que sabe más castellano tiene prestigio, es considerado caperuso. También es observable en algunas comunidades mapuches (ojo, en algunas nada más), en las que saber usar bien el castellano tiene cierto prestigio ante sus pares (mira el siguiente video).

Prestigio y participación.

Incluso podemos imaginar un contexto sociocultural bajo, donde quizás el que pueda manejar la variedad estándar del idioma castellano y no sólo el dialecto característico de este grupo sociocultural, puede ser más apreciable dentro de una comunidad (sólo hipótesis, en todo caso).

La función de participación consiste en que los hablantes del idioma estándar, por el amplio desarrollo del mismo, pueden referirse a los eventos de todo ámbito que se dan en otros entornos, es decir, pueden participar con su idioma de los adelantos o de las novedades que se suscitan en todas partes (más o menos la explicación no más).

En castellano esto es evidente, ya que sin problemas podemos referirnos a los temas nuevos que van surgiendo en nuestro entorno, ya sea en lo tecnológico, en lo filosófico, político, etc.

2.3. Actitudes

a) Conciencia de la norma: los hablantes tienen cierta conciencia de la "norma" que rige el uso del idioma, a través del respeto (relativo) de ciertas reglas ya definidas.

En castellano, por ejemplo, tenemos como norma no repetir el complemento indirecto clítico (¿what?) como se hace en la oración "le voy a decirle", e intentamos no hablar usando ese tipo de construcciones.

No le voy a repetirle el clítico.

b) Lealtad lingüística: los hablantes del idioma estándar se sienten ligados a la cultura e identidad que refleja su idioma, y en este sentido, hay una suerte de "lealtad" al idioma, en cuanto identificación (me salto el ejemplo aquí, para no redundar).

c) Deseo de participar: los hablantes sienten un deseo de participar del idioma estándar pues reporta beneficios, como el acceso a mejores condiciones de trabajo (¿a quién contrata alguien normalmente? ¿al que dice "le voy a decirle..." o al que dice "le voy a decir..."?). Mira, a modo de ejemplo, el siguiente video.

Pues bien, para cerrar el tema del idioma estándar, señalaremos una vez más que existe una realidad idiomática mayor, extendida, que corresponde a la gran comunidad hablante del castellano como idioma estándar. Sobre la base de este idioma estándar es que hay un vínculo entre tan diversas procedencias y culturas, lo que no quita que cada lugar tenga, además de esta fuente en común, variedades y particularidades.

Esto último no es excepción para el castellano de Chile. Ya señalábamos al hablar del idioma que usó Violeta Parra en sus canciones que, seguramente, sería más difícil de comprender por hablantes de otros países hispanoamericanos que no fueran Chile. Esto ocurre pues tiene algunas características que a nosotros nos pueden resultar muy familiares, pero que a otros suenan muy extrañas. A nosotros, por nuestra parte, también nos parece extraño en ocasiones escuchar a un cubano, a un dominicano o incluso a un argentino, pues su manera de usar el castellano es distinta de la nuestra, y muy particular.


3. Castellano mundial

Revisemos ahora de manera breve en qué consiste y cómo es este castellano del que hemos hablado a la pasada en las secciones anteriores a este tema.

Para la revisión, nos basaremos fundamentalmente en la enciclopedia libre Wikipedia, específicamente para esta sección siguiendo la información que aparece en esta página al digitar "castellano" en el casillero de búsqueda (http://es.wikipedia.org/wiki/Castellano).

3.1. Datos generales

El castellano es una lengua (ojo, intencionalmente no decimos idioma) que forma parte de un grupo de lenguas denominado ibérico, por estar geográficamente situado en la península ibérica, es decir, en el territorio que actualmente ocupan Portugal, España, Andorra (situado entre España y Francia) y un territorio británico en Gibraltar, en el sur de la península.

Península Ibérica.

Actualmente, el castellano es hablado por unos 333 millones de personas como lengua materna (esto es, como primer idioma, el que se adquiere de niño, a través de contacto con otras personas que hablan ese idioma en el hogar y en el entorno social).

Para todos los hablantes de castellano (¡Sí!), buenas noticias: el castellano es la 2ª lengua con más hablantes nativos en el mundo, detrás del chino mandarín. Dentro de las lenguas que normalmente se consideran derivadas del latín es la más hablada.

Ahora bien, si se cuentan las personas que también la saben como 2ª lengua (tal como se espera que tú sepas inglés), la cifra de hablantes sube a un número entre 450 y 470 millones de personas. Entre las lenguas con más hablantes, contando aquellas personas que la hablan como 2ª lengua, ocupa el 4º lugar, después del chino mandarín, el inglés y el hindi (hablado en India, mis amigos y amigas).

El castellano es un idioma que se habla en muchos lugares del mundo, y no solamente en España y Latinoamérica.

El castellano en el mundo.

La imagen muestra en colores más intensos aquellos lugares donde el castellano tiene estatus (¡este es un anglicismo!) oficial o un uso extendido, y en colores menos intensos aquellos lugares donde el castellano no es el primer idioma oficial o donde sólo hay un número considerable de personas que lo hablan (todavía basados en Wikipedia).

Varios países lo consideran su idioma oficial, es decir, aquel idioma a través del cual se desarrolla la actividad legal y administrativa del país, y el idioma que se enseña formalmente en las escuelas y que, en la medida de lo posible, todos los habitantes del país deberían hablar. Algunos de estos países (sin perjuicio de que puedan tener un 2º o más idiomas oficiales) son: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, España, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico (Estado Libre Asociado a EE. UU.), República Dominicana, Uruguay, Guinea Ecuatorial y Venezuela.

En otros países, el castellano es la 2ª lengua oficial, normalmente, en lugares donde hay una 1ª lengua oficial y el castellano tiene un número significativo de hablantes, o porque el castellano es relevante para determinadas acciones del funcionamiento del lugar, por ejemplo, en Sahara Occidental (noroccidente africano).

Y no se acaban los casos. También hay lugares donde el castellano no es un idioma oficial, pero hay personas que lo hablan en un número considerable, sean minorías o no, como en algunos estados de EE. UU. (Arizona, California, Nevada, Oregon, Florida, Texas, Idaho, Washington y Kansas).

El castellano también es uno de los idiomas oficiales de algunas organizaciones internacionales, como de la Organización de Estados Americanos (OEA), o la Unión Europea.

3.2. Sonidos del castellano

La estructura más frecuente de la sílaba del castellano es la construcción de una consonante más una vocal (CV). Un gran número de sílabas en el castellano ocupa este ordenamiento de los sonidos (/mi-ra-ko-mo-se-no-ta-ki/). También, sin embargo, se usan frecuentemente otras combinaciones de vocales y consonantes en otros tipos de sílabas (VC, CVC, CCV, etc.).

La manera de pronunciar sus sonidos es más tensa que en otras lenguas más relajadas, como el italiano. Además, hay una mayor presencia de la vocal "a" en las palabras, estadísticamente hablando (mira el siguiente video, en el que oponemos al italiano con el castellano).

La mayoría de las palabras son graves. La siguen en cantidad las palabras agudas (con acento en la última sílaba) y luego las esdrújulas (acento en la 3ª sílaba, contando desde atrás hacia delante) y sobresdrújulas por último.

La ortografía del castellano se ha ido ajustando a la fonología del idioma, gracias a la Real Academia Española (www.rae.es), aunque a comienzos del Siglo XIX (más o menos 1815, para los inocentes), esta tendencia se detuvo (más información sobre este interesante tema de los sonidos del castellano, vocales y consonantes, se puede encontrar en "Órganos del habla" y "Fonética y fonología", dentro de este mismo Manual).

3.3. Vocales

Ruta versus rata.

En el castellano hay cinco vocales fonológicas, a saber /a/, /e/, /i/, /o/ y /u/. Con vocales fonológicas queremos decir que a través de estas cinco vocales (y no más) se puede armar todo el inventario de palabras del castellano. La oposición de ellas forma y distingue significados de palabras, por ejemplo, la vocal /u/ nos permite distinguir "ruta" de "rata".

Si una /i/ o una /u/ se encuentran antes o luego de una vocal acentuada se pronuncian como semiconsonantes y semivocales, respectivamente (por ejemplo: en "ariete", "juez", "paila" y "Maule"). Además, hay una tendencia a evitar la pronunciación separada de vocales que están juntas (hiato), haciendo diptongos. Para ello, se puede recurrir a cambios de vocales, como decir "he-rue" en lugar de "hé-ro-e".

3.4. Consonantes

A la chilena.

En los distintos castellanos existen unos 17 fonemas consonánticos, esto es, sonidos que permiten distinguir el significado de palabras. En la pronunciación de estas consonantes (alófonos consonánticos), el castellano de Chile no hace diferencia entre lo que se escribe con "s" y lo que se escribe con "z" y "c", como en "caso", donde alguien oficia un matrimonio entre dos personas, y "cazo", donde alguien mata un animalito con algún fin determinado. Tampoco hacemos diferencia entre "elle" y "eye".

Estos 17 fonemas consonánticos se representan en la escritura a través de 22 grafemas (letras), que muy bien conoces si estás leyendo este texto, o si te aprendiste el alfabeto de memoria.

En el plano de la fonología y de la fonética, hay variaciones bastante notables de lugar en lugar. En algunos dialectos del castellano hay más oposiciones posibles, y en otros, menos.

Es característico de la lengua española, frente a otras lenguas conocidas mundialmente, el uso del fonema "ñ", aunque exista también en otros idiomas como el gallego, bretón, quechua, guaraní, mixteco, etc.

3.5. Gramática

El castellano es una lengua cuyas oraciones usan preferentemente la variación de pequeñas partes en las palabras para indicar las relaciones entre sus elementos. A este tipo de lenguas se les llama flexivas (¡ver video!). Por ejemplo, para indicar una concordancia entre un adjetivo y a quien determina, el adjetivo puede variar en género y número para ajustarse: "perro amarillo", "perra amarilla", "perros amarillos" y "perras amarillas".

Otra de sus características es que la gramática es fusional, es decir, también recurre a preposiciones (a, ante, bajo, con, contra, de, desde...) y a palabras abstractas invariables que sirven de nexo (que, cómo, pero, sino...).

Por último, por la manera de funcionar de los verbos, la lengua castellana se caracteriza por preferir estructuras con un sujeto y un complemento directo, como en la oración "el matapiojo sujetó un piojo", donde "el matapiojo" es el sujeto que sujetó al piojo, y "un piojo" es el complemento directo sujetado (pero no sujeto, o sea, sí sujeto por el matapiojo, pero no sujeto gramatical).

3.6. Morfología y vocabulario

Las palabras del castellano se suelen formar mediante raíces con un significado a las que se agregan segmentos con contenido abstracto (como el género, número, tiempo, persona, marcadores de diminutivo, etc.). Por ejemplo, tenemos la raíz "lampar-" y sus agregados muy variados que pueden ser "-a" (lámpara), "-as" (lámparas), "-ita" (lamparita), "-ota" (lamparota), "-illa" (lamparilla), etc.

El léxico, es decir, el inventario de palabras del castellano, proviene en su mayoría del latín, ya que deriva de este idioma, pero también tiene muchas palabras que provienen del árabe (almohada, aceituna, ajedrez, albañil, charlatán, guitarra, naranja, ojalá, tarea, etc.).

De las lenguas anteriores al latín, como el íbero, vasco, celta, existen nombres de lugares (topónimos), algunas palabras como "barro", "perro", "cama", "gordo", etc.

En el Siglo XVI se introdujo al castellano numerosos italianismos que se refieren a las artes (no por nada el Renacimiento comenzó en Italia). A partir de la conquista de América, por parte de naciones europeas, también se incluye en el castellano palabras americanas como "patata", "yuca", "piñén", "poto", "huracán", "chocolate", etc.

Palabra de americano.

En el Siglo XVII entraron al castellano palabras de las lenguas clásicas (latín y griego) por influencia de los autores cultos del Siglo de oro español, donde hubo un reencuentro con las culturas clásicas y sus motivos, formas artísticas, y pensamiento.

En el Siglo XVIII ingresaron al castellano palabras tomadas del francés, por ser esta la lengua top de la cultura de la época en Europa. Fundamentalmente, palabras referidas a la moda, cocina y burocracia francesas, como "puré", "menú", "maniquí", "restorán", "carné", etc.

A partir del XIX (1800) se incorporan al castellano préstamos del inglés y alemán, aunque también del italiano (en especial de la ópera y la cocina). En el XX, por último, aumenta la presión de la influencia del inglés en los campos de la tecnología, informática, ciencia y deporte, en palabras como "set", "penalti", "fútbol", "e-mail", "internet", "software", como ya se había señalado anteriormente.

3.7. Dialectos del castellano

Como lo definimos anteriormente, el concepto de dialecto hace referencia a una variante de una lengua determinada hablada por un grupo de personas. El criterio que usemos puede ser lugar geográfico, estatus sociocultural, lugar que ocupan en el tiempo, sexo, edad, etc.

También dijimos que la gran lengua castellana tiene variadas formas de ser utilizado en el mundo (sí, no todos los que hablan castellano hablan como chilenos). Por ejemplo, fácilmente podemos reconocer a un centroamericano o a Argentino por cómo usa el castellano.

Los dialectos del español difieren entre sí por muchas muchas muchas razones, entre las que destacan el uso de la pronunciación "z" de algunas zonas de España, en oposición al uso americano. También se destaca la diferente manera de pronunciar aquello que escribimos con doble ele (en el castellano rioplatense se escucha "ssssho", en el centroamericano "iegar" y en Chile "lluvia", siguiendo nuestra ortografía). Estas diferencias en la pronunciación, sin embargo, no implican que no se pueda comprender los distintos castellanos.

El criterio que usaremos aquí para clasificar los dialectos será el criterio geográfico, es decir, las diferencias que se advierten entre el castellano de los distintos lugares del mundo según su ubicación geográfica (y no haremos una revisión exhaustiva, en virtud del espacio).

Dialectos españoles.

Otra cosa distinta sucede en América, donde podemos señalar casi al azar los siguientes dialectos, entre muchos otros; cada uno con sus características particulares:


4. El chileno

Lo que pasó con el castellano de Chile, pasó, dice la sabia voz popular.

Dialecto chileno.

¿Quién de nosotros no podría señalar al menos un par de características que hacen del castellano de Chile un dialecto distinto de los demás? Yesss... Hablamos cantadito (ver video), tenemos la "ché" sshhhacotera, de cuando en cuando se escucha un sonoro "te voy a cobrarte la palaura", y también podís darte cuenta que hablamos diciendo "podís".

Sabemos que a través del tiempo el gran castellano ha sufrido innumerables cambios, incluido el castellano de Chile, que no ha estado exento de esta evolución.

El castellano, en la medida que es reflejo de una cultura y sociedad en particular, y se usa en una comunidad específica, va tomando determinadas características que la hacen diferente de otras variedades. Con el tiempo, estas diferencias son cada vez más acentuadas, sobre todo en algunas instancias incultas e informales, y en algunos niveles de la lengua más sensibles al cambio (léxico y pronunciación). En consecuencia, el mismo castellano de Chile carece de una unidad total. Es heterogéneo, ya que no todos sus hablantes se acogen a un mismo "estilo" de castellano (por ejemplo al castellano de este texto).

Aquellos subtipos del castellano usados en Chile que se alejan más de la norma estándar (de aquella que tiene más prestigio, que es cultivada, que está explícitamente fijada en diccionarios y gramáticas, etc.), hacen que los usuarios del "chileno" seamos más diferentes de otros hablantes del castellano en el mundo.

Revisemos ahora algunas características del castellano de Chile (sería demasiado extenso para las pretensiones de este pequeño apartado, creo yo, entregar una descripción acabada del castellano de Chile, pero sí señalaremos los elementos más característicos de nuestro dialecto).

Para ello, nos basaremos primordialmente en el texto de Leopoldo Sáez El español de Chile: la creatividad lingüística de los chilenos, publicado por ahí por el año 2002 (si alguien se interesa en profundizar sobre este tema, le recomendamos que revise otros textos complementarios como los trabajos de Ambrosio Rabanales, para el castellano de Chile).

a. Características Fonéticas

b. Características Léxicas

Una de las formas en que los dialectos varían entre sí es en el tipo de palabras que se usan y el significado que se le da a estas palabras. Nosotros agruparemos a este conjunto de variables bajo el nombre de características léxicas.

Fíjate en el siguiente relato e intenta pensar la imagen que se haría de nosotros los chilenos alguien que está aprendiendo a usar el castellano:

Tres gallos de la población (patos malos reconocidos) hicieron una vaca para salir con unas cabras caballas (buenas pechugas, mejor chancha) y superchoras. Los que no entraron en la burra, se subieron a una liebre. Llovieron los medios patos, las garzas, los loritos. Lo pasaron chancho, pero al ratito quedaron patos y se echaron el pollo. (Sáez, 2002).

Chilenismo.

Ahora lee el mismo relato en la norma culta informal del idioma castellano (y chileno, por cierto):

Tres muchachones de la población (delincuentes reconocidos) juntaron dinero para salir con unas muchachas físicamente estupendas, muy asertivas y decididas. Los que no cupieron en el auto viejo, subieron a un microbús. Llovieron los vasos de medio litro, los vasos delgados de cerveza, los jarritos de vino. Lo pasaron fantástico, pero al poco tiempo no tenían un solo peso y abandonaron el lugar.

La diferencia es evidente: en el primer párrafo hay un uso sistemático de chilenismos, que son voces (palabras) o maneras de hablar propias de los chilenos. Algunas de esas palabras son de uso tan común que a veces olvidamos que son palabras que sólo entendemos entre nosotros (por ejemplo el uso de "gallo", "vaca", "cabra", "pasarlo chancho", "quedar pato", con los sentidos que toman en el primer relato).

Los chilenismos pueden tener varias procedencias. Una de las más claras y fácilmente rastreables en el tiempo es la influencia del mapudungu en el castellano de Chile. Esta influencia ha ocurrido hacia ambas direcciones, es decir, el castellano advierte léxico de un origen mapuche, y el mapudungu (lengua de los mapuches) deja ver influencias del castellano (para averiguar un poco más sobre la cultura mapuche dale una mirada al tema "Tradición oral", de este Manual).

Si bien los préstamos léxicos del mapudungu al castellano de Chile no son numerosos, están bien arraigados y tienen un uso bastante frecuente. Aquí van algunos: copihue, Colo-colo, guata, poto, tuto, laucha, guarén, diuca, pequén, loica, pololo, colihuacho, boldo, el litre, maqui, pellín, raulí, lingue, bailahuén, colihue, nalca, locos y machas, cholga, luche, curanto, ulpo y la chupilca, pichintún, piñén, trapicarse, cahuín, malón, etc.

Otras formas típicamente chilenas son algunas construcciones como "pesado del verbo pesado", "enfermo de...", "estar de película/de miedo", "la muerte", "un siete", "en otra", "fuera de serie"; algunas comparaciones del tipo "como chancho", "como chino", "como negro", "como bestia", "como la mona", "como el ajo"; las duplicaciones como "café café", "mantequilla mantequilla", "universidad privada privada"; y reducciones de palabras con resultados como "pobla, "presi", "profe", "dire". También destaca la creación de nuevos términos a partir de la unión de verbos + sustantivos, como en "comprodólares", "guardaparquímetro", "cargamaletas", "cuentalitros", "cubrepiso", "pintamonos"; y la derivación, por ejemplo, a partir del uso del sufijo (unidad con significado que se junta al final de una raíz léxica para precisarla) -ear/-iar en palabras como "mochilear", "marquetear", "volantear"; creación de verbos que sintetizan un contenido más amplio, terminados en -izar, como en "saborizar", "catolizar" (incluso algunos utilizan el prefijo des-), o utilización del sufijo -ton para algunos eventos, como en "guaguatón" o "cicletón" (para ver lo que de veras es güeno güeno revisa el siguiente video).

Otro rasgo que marca al castellano de Chile es la influencia del inglés en el léxico de algunas áreas de la realidad chilena, sobre todo aquella relacionada con los deportes (golf, tenis, crack...), vestimentas (jockey, jeans, blazer...) economía (marketing, outsoursing, benchmarking...), alimentación (fast food, diet, light...), publicidad (spot, comercial, rating...) y computación (mouse, Manual, software...); que en un comienzo constituyen préstamos de uso restringido a ciertas áreas especializadas, pero que luego pasan al uso generalizado.

Algunos anglicismos clásicos más antiguos son sandwich, queque (del inglés pancake), budín (del inglés pudding), quáker, porridge, bistec (del inglés beefsteack), fuente de soda, etc.

A través del tiempo, algunos de estos anglicismos han desarrollado varias maneras de ser escritos y pronunciados. Por ejemplo sucede con sandwich que muchos dudan entre escribirlo "sanduich", "sanduish", "sánguche", "sandwich". Incluso puede encontrársele como "sámbuche", "sambuchito", "sandui", etc. También resulta muy productivo el anglicismo ya mencionado beefsteack, que se encuentra dicho y escrito "bistec", "bisté", "bisteque", "bistoco", "bife" o "bifé". Quién lo diría... No hay caso.

Algunos préstamos de otras lenguas llegan a ser hasta curiosos y cuando vamos a sus orígenes no podemos evitar sorprendernos. Por ejemplo, el afamado "bistec a lo pobre" tiene su origen en el mal pronunciado "boeuf au poivre", que en francés significa "vacuno a la pimienta".


5. ¿Español o castellano? + Historia

Para terminar este tema del "El chileno y la lengua castellana" nos parece importante hacer referencia a la antigua controversia entre los nombres de nuestro idioma: ¿Cómo debemos llamarle? ¿Castellano o español? Y bueno (vaya este marcador conversacional de regalo a los quejones), todo tiene su historia y explicación.

Como referencias, nuevamente citaremos la afamada enciclopedia libre y virtual Wikipedia (bajo la entrada "castellano") y también a Amado Alonso, en su libro, de 1945, Castellano, Español, Idioma Nacional (Buenos Aires, edit. Losada).

La historia es un tanto larga.

Máxima extensión del imperio romano (117 D.C.).

Hagamos un esfuerzo reculante y volvamos allá al año ñauca, en que unos señores hablaban el latín en Roma y en las distintas provincias de este imperio.

Como bien sabes, los romanos conquistaron gran parte de lo que hoy conocemos como Europa. También dominaron varios territorios en África y en Asia de occidente.

En los lugares donde se desarrolló esta conquista romana, el idioma latín pasó a ser el idioma oficial para los entendimientos militares, de gobierno, para las transacciones económicas más grandotas, y la lengua de la literatura, filosofía y ciencia.

No todo el mundo, sin embargo, hablaba el latín de Cicerón o de Augusto César, sino que, tal como sucede hoy con el castellano, había también un latín vulgar, es decir, un latín que ya no era tan culto como el literario, con algunos desgastes en la pronunciación y olvidos por aquí y por allá en determinados aspectos.

Romanización.

El latín vulgar que nos interesa aquí es el que se encontraba en la zona central del norte de hispania (en la Península Ibérica, actual España). Hasta allí habían llegado los romanos y habían tomado control de la península, por lo tanto, allí también se impuso el latín como lengua oficial, y se comenzó a usar en conjunto con las demás lenguas que ya existían desde siglos.

Una vez que el imperio romano de occidente se debilitó y cayó, por allá por el siglo V, la influencia del idioma latín culto fue disminuyendo entre la gente común y corriente del territorio peninsular. Poco a poco, a través del desgaste y del contacto con las diversas variedades locales en hispania, se fueron gestando diversas lenguas derivadas del latín.

Luego, a partir del siglo octavo, ocurrió la invasión musulmana de la Península Ibérica. Los musulmanes ocuparon gran parte del territorio (unos dos tercios), lo que provocó un contacto entre las diversas culturas.

Romance castellano.

Se formaron dos zonas bien diferenciadas: una, de influencia musulmana, más bien en el centro y sur de la Península Ibérica, donde se formaron dialectos romances (derivados del latín) arabizados, por el contacto con las lenguas de los invasores; y otra zona de reinos cristianos (en el norte), donde comenzarán a evolucionar de manera relativamente independiente otras lenguas romances, como la catalana, aragonesa, asturiano-leonesa, gallega y castellana.

El dialecto castellano original se gestó en el condado medieval de Castilla (más o menos en el centro norte de la Península), y tenía influencias de idiomas celtas y del vasco, entre otras.

Reinos de la península en el 1210 D.C.

En este condado, que luego se transformaría en reino, comenzó la principal empresa de reconquista del territorio invadido por los musulmanes, hacia el centro y sur. Poco a poco el reino de Castilla se fue volviendo más poderoso, y finalmente controlaría la mayor parte de la Península, al unificarse con otros reinos, quienes adoptaron el habla del reino de Castilla, el castellano.

El poder político, militar, artístico y económico de Castilla influyó de tal manera en la Península que luego, en el siglo XV, en el proceso de unificación de los reinos españoles, el castellano logra situarse como la lengua más importante de España (en este siglo, en el año 1492, se publicó la primera gramática de la lengua castellana, de Antonio de Nebrija).

Con el tiempo, cuando el castellano pasó a ser el idioma oficial de España, se decidió llamar a esta lengua "español", para que fuera representativa de la nación española, y también porque en España no sólo se habla el castellano, sino que también hay otras lenguas muy importantes y de gran tradición (gallego, catalán y vasco).

(Hasta aquí con la historia)

Para un uso general del término, "castellano" y "español" podemos considerar estas palabras como sinónimos, pues ambos hacen referencia a la misma lengua. Desde una perspectiva política e histórica, sin embargo, la diferencia que hagamos puede tener relevancia.

Por ejemplo, en este Manual, en general, hacemos referencia a esta lengua como "castellano", porque en América (y este es sólo un punto de vista) no se habla la lengua de España, sino la lengua castellana.

Esta diferencia es típicamente hecha en aquellas instancias donde se desea marcar una distancia respecto del conjunto de España, por ejemplo, desde la perspectiva de los hablantes de otros idiomas de España (vasco, catalán y gallego, según se dijo ya) y de los hablantes del castellano de América.

En rigor, el nombre "castellano" hace referencia al romance surgido y hablado en Castilla, romance cuyos orígenes se remontan hacia finales del siglo X, según algunos autores a partir de las Glosas Emilianenses (escritos en latín con unos "torpedos" en el romance de la época). La denominación "español", en cambio, fue ganando fuerza a partir del siglo XVI, cuando se consolidó la unificación de los reinos de España a partir de Carlos I de España.

La Asociación de Academias de la Lengua Española, entre las que encontramos la Real Academia Española y la Academia Chilena de la Lengua, usan preferentemente el término "español" en sus diccionarios, reservando el uso del término "castellano" para referir al dialecto del antiguo Reino de Castilla.



Referencias bibliográficas

  • ALONSO, Amado. 1945: Castellano, Español, Idioma Nacional, Losada, Buenos Aires.
  • FONTANELLA, M.ª Beatriz. 1992: El Español de América, Mapfre, Madrid.
  • GALLARDO, Andrés. 1978: "Hacia una teoría del idioma estándar", en RLA Nº 16, Concepción, Chile.
  • RABANALES, Ambrosio. 1992: "El Español de Chile: situación actual" en Historia y presente del Español de América, Hernández, Alonso (coord.), Junta de Castilla y León, Pabecal, pp. 565-592.
  • SÁEZ, Leopoldo. 2002: "El español de Chile en las Postrimetrías del Siglo XX", en El español de Chile: la creatividad lingüística de los chilenos, Bachillerato en Ciencias y Humanidades, Santiago, Chile.

Referencias virtuales

  • Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Castellano).
  • RAE (http://www.rae.es).

Referencias de imágenes

  • Don Quijote y don Sancho (quijote.jpg). Tomado de "http://www.larevelacion.com". Nombre en este Manual "quijote.jpt".
  • Diccionario Panhispánico de Dudas (espana_literatura_diccionariorae_dudas200_20060412.jpg). Tomado de "http://www.rfi.fr". Nombre en este Manual "panispanico.jpg".
  • Península Ibérica (espana.jpg). Tomado de "http://college.hmco.com". Nombre en este Manual "iberica.jpg".
  • El castellano en el mundo (Map-Hispanophone_World_andIsrael.png). Tomado de "http://commons.wikimedia.org". Nombre en este Manual "mundo.jpg".
  • Dialectos españoles (Dialectos_del_castellano_en_España.png). Tomado de "http://commons.wikimedia.org". Nombre en este Manual "dialectos.jpg".
  • Máxima extensión del imperio romano (117 D.C.) (LocationRomanEmpire.png). Tomado de "http://es.wikipedia.org". Nombre en este Manual "romanos.jpg".
  • Reinos de la península en el 1210 D.C. (Castilla_1210.png). Tomado de "http://commons.wikimedia.org". Nombre en este Manual "castilla1210.jpg".